Empresa directamente relacionada con el proceso de producción Caracterizado por un espíritu emprendedor, intuitivo, entusiasta y siempre orientado a la excelencia aparte de un gran poder creativo.
Ermando Calabrese junto con la ayuda de su esposa Carmela de Calabrese, dan inicio en el año de 1956, específicamente la primera semana de Marzo, a la Compañía Anónima Pastas La Sirena. El contrato que se firmo por la sociedad fue de 2 años y a nombre colectivo, con un capital social de 100.000 bolívares para la época. Constituida por un terreno de 5.000 mts2, una edificación de 1300 mts2, una línea semiautomática de fabricación, secaderos de pastas usado, transformadores tráficos para el suministro de energía, servicios sanitarios y 2 cuartos para el uso de personal de turno, un tanque subterráneo y otro aéreos. Un personal de 5 empleados con una jornada laboral de ocho horas y una producción de 200 kilos hora para un total de 1600 kilos día. A pesar de que a sus principio la empresa tuvo una época muy dura, debido a la falta de experiencia laboral de la fabricación de pasta en Venezuela, la carencia de materia prima y la falta de popularidad de la marca, pudo salir adelante gracias a la constancia, aplicación y dedicación de sus trabajadores bajo la supervisión y el liderazgo de Ermando Calabrese y Carmela de Calabrese quienes siempre fueron muy perseverantes en logra sus objetivos.
Luego de varios años de crecimiento productivo, buena colocación de los productos y una excelente calidad de las marcas en el mercado nacional, se procedió a la compra de un terreno de 30.000 mts2, en la misma Zona industrial en Guacara, con el fin de comenzar la planificación de una nueva planta. De esos 30.000 mts2 se reservan 10.000mts para una posterior planificación de un molino de trigo. Se envían los planos del terreno a los proveedores de maquinarias de pastas italianos, quienes realizaron un proyecto de construcción de una planta 100% automatizada con todos sus equipos. Se inicia la construcción y la dotación del personal laboral, luego de un tiempo de casi 3 años de construcción y para el año de 1972, Pastas la Sirena, C.A, inaugura su nueva sede, ubicada en Guacara con un área de terreno de 20.000 mts2 y aproximadamente 12000 mts2 de construcción con una producción de 2300 kilogramos hora. Actualmente Pasta la Sirena, C.A, posee nuevas edificaciones y mejoras realizadas a esta misma sede y cuenta con una capacidad máxima instalada de producción de 3000 TM/MES.
La primera producción era de pasta de harina, se contaba también con una caldera que le proporcionaba la calefacción a los secadores de pasta, se elaboraron cajones de madera para colocar la pasta corta y mesas grandes para la colocación de pasta larga para su posterior empaquetamiento manual. También se contaba con un equipo artesanal, que se empleaba para la producción de pasta al huevo, ya que había una demanda de este producto en el mercado, entonces se procedió a registrar otra marca con el nombre de La Veneciana. Fue para el año de 1959 que se adquiere un alinea de producción completa automatizada de pasta larga de 500 kilogramos Hora. Ya en el mercado de las pastas alimenticia las marcas de pastas La Sirena y La Veneciana, comenzaban a tener un nombre, gracias a sus ofertas y calidad. Ya estaban abarcando además del mercado de los pueblos cercanos, mercados grandes como Valencia, Puerto Cabello y Maracay. Luego se inicia la expansión hasta otros puntos de ventas abarcando San Felipe, Barquisimeto, Acarigua, Valle de la Pascua, San Félix, Ciudad Bolívar, Apure, el Tigre, y otras localidades que se fueron extendiendo a medidas que aumentaba la producción. Para el año 1961 y debido al fuerte crecimiento comercial de la empresa, se adquiere otra línea de producción completa automatizada de 200 kilogramos hora. Se forma un taller metal mecánico para el mantenimiento de la planta y fabricación de piezas, también se procede a expandir la infraestructura del inmueble para la colocación de nuevas maquinarias.
What's happened to me.he thought. It wasn't a dream. His room, a proper human room although a little too small,
lay peacefull between its four familiar walls.